Egidio el granjero de
Ham
di J.R.R. Tolkien
Traduzione di José Miguel Santamaría e Julio-César Santoyo
Circulo de Lectores, 2001
Illustrazione di copertina di Roger Garland
Rilegato con sovraccoperta
Note
Entre los escasos relatos que han sobrevivido de la historia
del Pequeño Reino, la leyenda de Egidio ilustra mejor que ninguna los primeros
tiempos de ese país y la decadencia definitiva del poder del Reino Medio sobre
aquellas tierras. Granjero de barba roja, mal genio y testarudo, Egidio debió a
la fortuna, a un trabuco mal cargado y a la fanfarrona lengua de su perro, el
comprometedor honor de convertirse en el guardián del pequeño pueblecito de Ham
y, eventualmente, de todo el antiguo reino.
Cierto fue que espantó a un gigante de las Colinas Salvajes de
un solo tiro. Pero también lo es que disparó por pura casualidad y que prefirió
omitir el detalle, una vez que sus coterráneos se enteraron de la contienda y
decidieron, sin pensar en la mesura, difundir la hazaña. Después de todo,
Egidio, como la mayoría de los habitantes de los poblados de los tiempos
perdidos, era altivo y orgulloso. Y si su reputación se engrandecía con las
congratulaciones del rey, ¿qué mal podía haber en disfrutar de semejantes
alabanzas? Fue entonces cuando, a unas cuantas leguas de Ham, hizo su aparición
un dragón rico, hambriento y despiadado. Se llamaba Crisólifax y su nombre,
junto con el de Egidio el granjero de Ham, se unirían a la leyenda y, también,
a la fantástica historia del Pequeño Reino.
Ha colaborado para la elaboración de esta ficha: Amo de los
mythos